Regalos

Estos son días de regalos. Se entregan y reciben muchos regalos. Unos se hacen por compromiso, otros para corresponder y por último están los que se hacen como muestra de cariño o de agradecimiento hacia alguien. Estos últimos son los verdaderos regalos.

No tienen por qué ser costosos. Una madre agradece más unas cuantas flores recogidas no se sabe dónde por su hijo pequeño y amarradas con una cuerda, que un maravilloso centro de flores enviado por encargo de alguien. Los que más se agradecen son precisamente aquellos en los que se ve que la persona que lo hace ha pensado en nosotros y se ha molestado en prepararlo, con independencia –insisto- del valor económico.

El intercambio de regalos es una buena medida de la calidad de las personas que intervienen en él: la que lo hace y la que lo recibe y agradece. El hombre es vocación de donación. Se perfecciona en su relación con los demás, a los que aporta lo mejor de sí mismo y de los que, a su vez, extrae elementos para su mejora personal. Claro que para que exista esa reciprocidad hay que estar centrado en los demás, no en sí mismo. A eso es a lo que llamamos sociabilidad, o cordialidad, o simpatía. El regalo es, en definitiva, la expresión material de esa voluntad de donación y mejora mutuas.

La verdad es que el día a día es mucho más sencillo. Cuando hacemos un regalo a alguien a quien apreciamos no hace falta que le soltemos toda una clase teórica sobre antropología y donación. Simplemente nos alegramos al ver feliz a la otra persona con nuestro obsequio. La mayor tristeza es pasarse la vida sin amar y sin ser amado. La vida es así, está hecha de pequeños detalles de cariño, de renuncia, de atención a otros. No hay que complicarse la vida pensando continuamente en las raíces profundas de nuestra actuación; pero en estos días de Navidad, en los que se conmemora el gran regalo del nacimiento de Dios y el inicio de la redención –expresión máxima de donación- sí parece oportuna una reflexión sobre nuestra capacidad de regalar y recibir regalos, más allá del puro intercambio de obsequios.

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