Vicios, virtudes y empresa familiar

Ni las familias ni las empresas tienen personalidad propia, la que tienen es la de las personas que la integran. En la empresa familiar, además, hay un trasvase continuo del estilo familiar a la empresa y viceversa.
Las empresas familiares casi siempre tienen una historia inicial de sacrificios, esfuerzos, renuncias, trabajo intenso. Eso forja el carácter del fundador y, normalmente, éste transmite a sus hijos esos mismos valores. Cuando los valores se ejercitan, hasta convertirse en hábitos, se generan las virtudes (“hábitos operativos buenos”, que decía Aristóteles). Parece lógico pensar que esos valores y virtudes que se viven en la familia, se vivan también en la actividad empresarial, en la empresa familiar.
Esa es mi experiencia: la calidad de la familia empresaria, medida en sus valores y virtudes, se transmite a la empresa familiar. Por el contrario los antivalores, o contravalores, hechos hábitos, lo que generan son vicios (intolerancia, desprecio, egoísmo, pereza, amargura,…). En este caso lo que se trasvasa de la empresa a la familia y de la familia a la empresa son esos vicios.
Los dos ámbitos, familia y empresa, potencian mutuamente lo que de bueno o malo hay en ellos, con los resultados que pueden preverse en ambos casos.
A veces me piden la elaboración de un protocolo familiar para tratar de resolver problemas en la empresa o en la familia. Esa no es la solución. Los protocolos familiares no solucionan situaciones problemáticas, simplemente ordenan realidades que quieren reforzarse y su continuidad en el tiempo. Los problemas se solucionan desde dentro, con buenas dosis de prudencia y generosidad, lo del Protocolo viene después.

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