Hacía una economía de servicios

Hace un par de años Robert Fogel, economista de la Escuela de Chicago y Premio Nobel en 1993, publicó un libro que pasó relativamente desapercibido pero que, con el tiempo, va despertando más interés. Me refiero a “The Escape from Hunger and Premature Death, 1700-2100. Europe, America and de Tird World” (hay traducción española publicada por Alianza Editorial).

Su tesis, apoyada en un importante aparato estadístico, es que existe una relación directa entre los índices de salud y el crecimiento económico. A partir del siglo XVIII este cambio se acelera y, ya en el siglo XX se hace vertiginoso. El número de horas dedicadas al trabajo necesario “para ganarse la vida” es cada vez menor. Dentro de unos años, más de la mitad del tiempo disponible se empleará en actividades de ocio. Esto trae dos consecuencias:

 – La necesidad de desarrollar políticas de conciliación de la vida familiar y laboral. El desarrollo de estas políticas –digo yo- no corresponde al Estado, sino a las empresas y los individuos.

– “El ocio, el trabajo voluntario y el cuidado de la salud son las nuevas industrias del siglo XXI… Serán la chispa de expansión económica, como los fueron la agricultura en el siglo XVIII y las manufacturas, el transporte y los servicios públicos a finales del XIX y buena parte del XX”.

Parece claro, pues, que cada vez vamos disfrutando de más tiempo libre; pero también es cierto que si uno no sabe utilizar ese tiempo libre para su desarrollo personal y el de su familia, ese tiempo libre se convierte en una trampa devoradora. Además parece que aquí hay negocio.

 22.08.2011

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