Protocolos Familiares, ¿cuándo?

Caso 1.- Viene a verme uno de los propietario de una importante empresa agroalimentaria. La fundaron sus abuelos y ahora es la tercera generación, primos hermanos, los que la llevan. Quieren tener un Protocolo Familiar para poner orden, porque las cosas, me dice, están un poco revueltas. ¿Cómo de revueltas?, le pregunto. Al parecer hay varias demandas civiles, y alguna por vía penal, cruzadas entre los propietarios. No me queda más remedio que decirle que ha llegado tarde. La solución ya no es el Protocolo Familiar.

Caso 2.- Una señora viuda, muy elegante y encantadora, solicita la elaboración de un Protocolo Familiar. Tiene un importante patrimonio inmobiliario, gestionado (al menos eso dice) por su hijo y una finca en la que la hija ha iniciado un proyecto muy ambicioso de producción de aceite selecto, dirigido a la exportación. La señora encantadora lo que quiere es que el hijo –que no es una eminencia precisamente- se haga cargo de todo, “porque no está bien que la hija destaque más que el hijo, que es quien tiene que llevar los temas de la familia”. Trato de disuadirla, con poco éxito, y la señora se fue.

Caso 3.- Tres hermanos, con un total de once hijos. Se elabora el Protocolo, que les parece muy bueno; pero el problema surge cuando me piden que les de mi opinión sobre la persona idónea, de entre sus hijos, para llevar la dirección en el futuro. Me decanto por una hija, que no estaba en las quinielas de ninguno de los tres hermanos, ni siquiera de su propio padre. Estalla la situación: los tres hermanos habían considerado el Protocolo como la excusa para colocar a su candidato, lógicamente un hijo suyo. No sé cómo ha terminado este asunto; pero aquí, al menos, cobré.

Tres casos reales, en pocos meses, y un mismo error: considerar el Protocolo Familiar como un remedio para solucionar problemas ya presentes, o como coartada para imponer mi voluntad, cubriéndola con una cierta apariencia formal.

El momento de plantearse la elaboración de un Protocolo en una empresa familiar es, precisamente, cuando no haya problemas, y elaborarlo con mentalidad abierta, tratando de encontrar, entre todos, las mejores propuestas, que pueden no coincidir con las que cada uno había previsto.

29.08.2011

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