¿Amados o admirados?. Jutta Burggraf

El pásado día 5 hizo un año que murió Jutta Burggraf. Si no la conocía y le digo que era una teóloga alemana, catedrática de Teología Dogmática, casi seguro que se imagina a una respetable matrona germánica que escribiría unas cosas aburridas y absolutamente  ininteligibles. Todo lo contrario, además de  tratados de Teología escribía y hablaba sobre temas como el feminismo, el  matrimonio, la familia o la cultura del diálogo, en términos perfectamente comprensibles, incluso amenos. Además era guapa y elegante.

En una entrevista publicada en junio de 2010 hacía un análisis de la sociedad actual que merece la pena recordar:

«La modernidad daba por hecho que la vida es un progreso continuo. Hoy, tras el eclipse de los grandes relatos políticos y sociales del siglo XX, somos más escépticos. Caminamos sin rumbo fijo. A esta falta de orientación se añade muchas veces la soledad. Por eso no es extraño que se quiera alcanzar la felicidad en el placer inmediato, o quizá en el aplauso. Si alguien no es amado por lo menos quiere ser admirado.

A la vez podemos descubrir una verdadera “sed de interioridad”, tanto en la literatura como en el arte, la música o el cine. Cada vez más personas buscan una experiencia de silencio y de contemplación.

Un aspecto característico de la modernidad era la confianza excesiva en la razón. Hoy sabemos que el racionalismo cerrado nos lleva a planteamientos erróneos. El problema es que ahora nos hemos pasado al extremo contrario: la sobrestima de la afectividad, el sentimentalismo. El reto actual es llegar a una visión más armónica del hombre que integre la razón, la voluntad y los sentimientos.».

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