La familia bien, gracias.

Hoy se inicia una nueva etapa. Se percibe una ilusión contenida, como la de los familiares del enfermo grave cuando llega el médico que le va a poner un tratamiento. Saben que éste va a ser duro, costoso y de resultado incierto. No hay seguridad de que el enfermo se salve; pero se va a intentar una terapia razonable: ya es algo.

Hay un peligro: el que los médicos -los políticos-, llevados del fervor técnico, se olviden de las personas. España está mal, muy mal. Es urgente tomar medidas económicas, o con incidencia en la economía; pero igual de urgente es acometer una profunda tarea de regeneracionismo. Que la urgencia de las medidas económicas no haga olvidar a nuestros flamantes gobernantes que la economía no es un añadido o algo que va en paralelo con la sociedad –juntos, pero sin tocarse-; todo lo contrario: o se reconstruye la sociedad y se trabaja por instaurar valores como el trabajo, el esfuerzo, el ahorro, la asunción de riesgo, la recompensa a los mejores y todos los demás valores en la línea de desarrollar a las personas en todo aquello que es propio de su naturaleza, o las medidas técnicas económicas, a secas, no nos sacan del atolladero. O se actúa urgentemente sobre la educación, sobre la familia, sobre la cultura, en definitiva,  o no acabaremos de levantar cabeza.

La política familiar se perfila como uno de los elementos clave de las actuaciones políticas. Una familia fuerte genera una economía fuerte. Una familia débil, genera individualismo y, como consecuencia, una economía débil. Lo mismo ocurre con la educación, entendida como la adquisición de conocimientos, habilidades y actitudes, respetando el ámbito de autonomía de la familia

Precisamente este año, que ya casi acaba, se ha cumplido el centenario de la muerte de Joaquín Costa, el aragonés que con  más acierto identificó los males de España y propuso un profundo regeneracionismo para tratar de resolverlos. De él comentó Ortega y Gasset que la importancia de su obra radicaba en  su concepción del problema español y su sistemática respuesta. Es necesaria una nueva y profunda corriente regeneracionista que reconstruya la sociedad española, sistemáticamente atacada durante los últimos años.Lo demás son parches, tratar de remediar la manifestación más evidente y  dolorosa de la enfermedad  de España, la economía, pero sin atacar la raíz de la enfermedad, la causa de la infección: la desarticulación de la sociedad civil y de su unidad elemental: la familia.

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