Victimismo

       Todos conocemos a esa persona a la que le preguntas ¿qué tal estás?, como fórmula de cortesía, y te da una repuesta de diez minutos en la que te cuenta todas sus dolencias y desgracias, con pelos y señales. Personas que sólo saben hablar de sus enfermedades y de sus problemas –reales o imaginarios-, buscando la compasión de los sufridos oyentes.  En la calle, en la familia o en la empresa. Necesitan atraer la atención de los demás sobre “su caso”; pero nunca están satisfechos, por eso necesitan ampliar o alargar sus problemas y sus explicaciones. Sus enfermedades siempre son las más complicadas y duraderas; sus problemas nunca tienen solución.

            Alguien tendría que explicar a esos sufridores permanentes que las dificultades personales que uno pudiera tener, pertenecen al ámbito de la intimidad, que se manifiesta sólo a aquella persona –médico, en el caso de enfermedad; amigo o consejero en el supuesto de dificultades- que puede proporcionar alivio o ayuda. En pocas palabras: que el victimismo es una clara manifestación de inmadurez.

            El victimista en la familia termina por aburrir a los demás, que adoptan una postura de resignación y le escuchan como el que oye llover, aunque sin que se note demasiado, porque si no la víctima se enfada ante la poca atención que se le presta a “su caso”.

            El victimista en la empresa  termina siendo un elemento perturbador. Si la empresa es una comunidad de personas con la misión de crear valor –también en las personas-, es claro que un personaje inmaduro, centrado en sí mismo, poco puede aportar a los demás y en poco los puede enriquecer.

            En la familia, en el matrimonio, en la empresa, en la vida, o se está “descentrado”, es decir: centrado en los demás, o uno termina consumiéndose en la reclamación permanente de una atención que siempre será insuficiente.

            Ya sabe, la próxima vez que te pregunten ¿qué tal estás?, ponte rápidamente a disposición del otro con tu respuesta: “yo muy bien, ¿y tú, cómo estás tú?”. Ganarás en madurez y ganarás en aprecio de tu amigo. Y lo más importante, harás más agradable la convivencia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *