Solo ante el peligro

            La escena la hemos visto muchas veces en un parque o en cualquier otro espacio abierto. Un niño juega distraído y de repente ve un perro suelto. Rápidamente va hacia su padre y se coge de la mano. A lo mejor incluso se coloca detrás, parapetándose tras las piernas del padre. Es evidente que la protección que podría prestarle el padre ante un eventual ataque del perro sería bastante endeble; pero el niño se  siente tranquilo cogido a su padre, que queda solo ante el peligro.

            En la empresa pasa algo parecido, especialmente en las pymes,  en las que el contacto con la dirección suele ser más cercano. Cuando aparecen señales de alarma: caída de pedidos, morosidad en clientes, endurecimiento del mercado o cualquier otro indicador de que las cosas van mal, las miradas se dirigen al jefe, al responsable, buscando seguridad y una solución. De su reacción depende que cunda el pánico o no. No se trata de engañar a todos como si no pasara nada  -no estamos jugando con niños y  puede que esté pasando algo muy grave para la continuidad de la empresa-,  de lo que se trata es de  informar con veracidad,  exponer los peligros y las posibles alternativas y tratar de conseguir que todos, o la mayoría,  se alineen con la empresa, al menos hasta donde sea posible.

        “El Príncipe Destronado”, una conocida novela de Miguel Delibes que fue llevada al cine,  termina  con el siguiente diálogo entre una madre, que  toma la mano de su hijo pequeño que llora en su cama porque tiene miedo y no se puede dormir, y la niñera. Al poco rato el  hijo duerme  ya tranquilo.

–    A saber que tendrá la mano de una madre- dijo la niñera.

      Mamá adoptó un gesto duro para replicar:

–   Lo malo es luego –dijo-, el día que falta Mamá o se dan cuenta de que Mamá siente los mismos temores que sienten ellos y lo peor es que ya no tiene remedio.

         El líder no es el superhéroe que tiene respuestas para todo y una solución para cada problema. Tiene sus limitaciones, que debe conocer y asumir, aunque ponga los medios para superarlas, no sólo las limitaciones técnicas, también las personales. Si fracasa, algo inevitable en ocasiones, asume ese fracaso, analiza las causas del mismo, sin excusas, y lo vuelve a intentar.

       Ni héroes ni villanos. Personas normales que luchan cada día por sacar adelante su empresa, poniendo en juego no sólo medios materiales, sino él mismo y sus capacidades.

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