Confieso que nunca había oído hablar de Angela Ahrendts, hasta que leí una entrevista que le hacían en un suplemento semanal.
Le pongo al día: esta señora de cincuenta y tres años estuvo al frente de la mítica marca de moda Burberry durante unos años. Consiguió revitalizar la firma, que estaba languideciendo y cuya mayor fuente de ingresos venía de la concesión de licencias para usar la marca en la industria de la confección. Bajo su dirección las ventas se triplicaron y el valor de las acciones también. Su éxito en el campo de la moda, donde utilizó de forma inteligente las nuevas tecnologías, le ha llevado, en una pirueta sorprendente pero lógica, a convertirse en directiva de Apple.
Pero lo que trae aquí a esta señora no son sus éxitos profesionales, sino sus opiniones sobre el trabajo y la familia: “No quiero ser una gran ejecutiva a costa de no ser también una gran madre y esposa”.
Se puede pensar que desde su posición privilegiada, con sueldo millonario y posibilidades de conseguir y pagar todo tipo de ayudas y colaboraciones domésticas la cosa se presenta fácil. Pero la clave no creo que esté en el sueldo, sino en las actitudes personales y familiares: “Mi marido y yo tenemos tres hijos maravillosos, así que se puede decir que hemos hecho tres grandes trabajos”.
Como directiva de Apple, como administrativa, o en cualquier otra tarea profesional –tambien como ama de casa con dedicación exclusiva-, las claves están en el planteamiento que los dos cónyuges hagan de la situación y los sacrificios que ambos estén dispuestos a asumir. Es cosa de dos, desde luego, que habrán de complementarse; es cuestión de prioridades y estar dispuestos a renunciar a satisfacciones inmediatas, para conseguir resultados óptimos a medio o largo plazo. Todo lo valioso cuesta. El esfuerzo siempre es proporcional al objetivo propuesto.
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