Pues miren, no. No voy a hacer ningún comentario sobre la llamada “huelga general” (único día en el que los liberados sindicales trabajaron, aunque fuera de piqueteros). Tampoco sobre los presupuestos del próximo año (ya se están encargando los organismos económicos europeos de comentarlos). Ya sé que son los temas estrella de la economía en estos días; pero me aburren. Me aburre repetir una y otra vez que  estamos muy mal y que las medidas que se van adoptando no hacen sino empeorar la situación, para, más tarde, volver a repetir que estamos un poco peor y que el tratamiento aplicado no hace más que estropear más aún las cosas.

Así que de lo que se trata es de olvidarnos de los poderes públicos y tratar de ver que podemos hacer, usted y yo, para salir adelante.
El esquema de la economía de un país es muy claro: los empresarios crean riqueza –y puestos de trabajo-; los investigadores universitarios tratan de conceptualizar la realidad económica creada por los empresarios y el Estado interviene, normalmente  para poner trabas.
Señor empresario, vamos a ver qué se puede hacer. Primero los datos: hemos pasado de una economía de demanda a una economía de exceso de oferta. De una situación en la que se consumía todo por todos, con la generosa ayuda del crédito fácil, a otra en la que una gran mayoría no tiene liquidez, ni acceso al crédito, para consumir, y en la que los que podrían consumir, preocupados por la que está cayendo, restringen su consumo al mínimo, tratando de ahorrar, ahorros que las entidades financieras trasladan al Estado adquiriendo deuda pública.
Este simple enunciado, con todos los matices que se le quieran hacer a un planteamiento tan esquemático, nos pone ante la realidad: el consumo ha caído, por lo que hay un exceso de oferta en  todos, o casi todos, los sectores.  Ahora  el precio es factor decisivo en las decisiones de compra. Los hábitos de consumo también han cambiado. Ante esta situación, que  no se va a resolver a corto plazo –la mayoría de expertos coinciden en un mínimo de cuatro años- las soluciones no pueden ser provisionales,  sino definitivas.  No estamos en una situación difícil pero transitoria, es que ha cambiado el modelo de sociedad y, como consecuencia, el mercado. Han cambiado las reglas del juego de forma dramática.
La consecuencia más inmediata es que el papel de los actores también cambia. El modelo de empresa en continua expansión; con fuerte apalancamiento financiero; centrada en producción; sin grandes preocupaciones estratégicas a medio o largo plazo, ni de posicionamiento; con márgenes que aguantaban desviaciones presupuestarias, y otras notas más por el estilo, ha terminado. Ya no es viable. No intente prolongar sus días intentando refinanciaciones o soluciones por el estilo, sólo conseguirá hacer más larga la agonía. La solicitud de concurso no es un fracaso, ni una mala práctica empresarial, es una herramienta legal para  que las empresas en dificultades resuelvan sus problemas y tengan una nueva oportunidad. Si necesita esa herramienta utilícela sin miedo y sin mala conciencia.
Vamos a una empresa mucho más “delgada”, en la que se debe externalizar todo lo que no sea esencial; con un posicionamiento muy definido;  rediseñando procesos y arañando costes en cada uno de ellos, para conseguir mayor eficiencia; piense en aliarse, al menos en algunos procesos, con otras empresas, del mismo sector o de otro totalmente distinto (¿por qué no compartir fuerzas de venta, o instalaciones, o capacidades ociosas?); el necesario estrechamiento de márgenes conlleva un control exhaustivo, mensual,  del presupuesto y  de los cuatro o cinco indicadores clave de su balance; un cliente, cada cliente, es un tesoro, hay que conocer  de él todo lo que sea relevante para la empresa. Y todo esto sin financiación externa, o con la que pueda conseguir a coste cero. De los proveedores olvídese, están tan apurados como usted. Eche la imaginación a volar: ¿por qué no  pequeños contratos de préstamo con un número determinado de inversores?, ¿por qué no establecer alianzas con proveedores?
Se lo dije, los tiempos han cambiado. Tome la iniciativa porque nadie  le va a ayudar y, si es necesario, fórmese para estar a la altura de la nueva situación. Esto  lo arreglamos usted y yo, o nadie.
                                                                                                                                          19.10.10

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