Siento mucho ir contra corriente (o quizá no, ya estoy acostumbrado), pero la anécdota de los músicos del Titanic, que siguieron tocando en el salón de baile mientras el barco se hundía,  no me parece digna de admiración. Con todos mis respetos, y desde la distancia, creo que la actuación correcta habría sido ayudar a los demás y tratar de ponerse a salvo luego. Ignorar un problema no contribuye a su solución, sino a la catástrofe. También es cierto que, en situaciones límite, como la vivida por estos músicos, las decisiones que se toman no son tan ponderadas como en circunstancias normales.
            Traigo a cuento este hecho real porque la situación que estamos viviendo recuerda mucho a la del Titanic: las previsiones económicas no son nada halagüeñas;  todas las alarmas hace tiempo que empezaron a sonar (paro, déficit, deuda pública, …); las salidas de emergencia están correctamente señalizadas; pero los músicos –bajo la batuta del director de orquesta- siguen ajenos al zafarrancho, interpretando su partitura, esa que lleva por título “Hacia un  nuevo diseño social”, mientras el barco se hunde.
            En la última encuesta del CIS se repiten los datos de las anteriores. Los temas que más preocupan a los españoles son, por este orden, la situación económica y el paro. En tercer lugar aparecen los políticos y, ya en cuarta posición, el terrorismo. Hace tiempo que, desde dentro y desde fuera, economistas, servicios de estudio de instituciones privadas y públicas, responsables económicos de la UE,  los ministros económicos de distintos gobiernos y también las agencias de calificación de riesgos, vienen advirtiendo de los problemas y apuntando las soluciones, que se reducen a cuatro temas: reforma laboral, reducción del gasto público, reducción de impuestos y reforma educativa.
            Si el problema es tan evidente y las propuestas de líneas de trabajo tan claras y unánimes, ¿cuál es el problema?, ¿por qué nuestros responsables políticos se empeñan en ser los únicos que van con el paso cambiado, empeñados en hacer que sean los demás quiénes varíen su ritmo? Podrían ensayarse muchas respuestas; pero hay una que, poco a poco, se va abriendo camino, aunque sea la más dramática: a lo peor es que a este gobierno no le interesa la economía, que su prioridad es cambiar el modelo social que hemos ido construyendo entre todos a lo largo de muchos años y la economía no la considera  urgente ni importante.
            Suena fuerte, pero a las pruebas me remito: ¿cuáles el balance de estos últimos años? Se ha puesto un especial puesto un especial interés en reabrir heridas que todos los todos los ciudadanos y todos los partidos se habían empeñado en cerrar –y se había conseguido-. El esfuerzo de personas tan dispares como Santiago Carrillo, Fraga o Felipe González, por decir algunos, fue digno de elogio. Desgraciadamente ese esfuerzo no ha servido para nada. A la Ley de Memoria Histórica me remito.
Se ha consentido, o animado, la disgregación del concepto de nación, de España. Se ha modificado profundamente el concepto de familia. Se ha liberalizado el aborto, al que se oponen más de la mitad de los ciudadanos.  Hay un desmesurado interés “profundizar en la sexualidad y redescubrir orientaciones sexuales. En la Educación para la Ciudadanía se enseña que los empresarios son malos para el desarrollo social. Se hace gala de  animadversión a la religión –porque es reducto de libertad- y otras actuaciones por el estilo.
Cuando pasa todo lo que acabo de enumerar, y más, y no se habla para nada de economía, ni se toman medidas para mejorar la situación, únicamente preocupa la compra de votos, dando unos subsidios de miseria para seguir teniendo a las clases menos favorecidas amarradas al pesebre, está claro cuáles son las prioridades.
¿Hay salida? Sí, y está en manos de la sociedad civil, especialmente de los empresarios. A veces se nos olvida que quienes mueven un país, los que crean riqueza, son los empresarios; pero si no se promueven  unas condiciones sociales básicas, no puede haber empresa ni una economía sana, estamos condenados al subsidio.
Se trata de elegir: ¿acompañamos a los músicos o activamos el plan de salvamento?
13.04.10

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