A menos de cuarenta y ocho horas del cierre de los colegios electorales,  parece obligado hacer algún comentario sobre los resultados de las elecciones europeas.
            Analistas políticos de todos los colores y tendencias se esfuerzan estos días en diseccionar los datos, buscando alguna coherencia entre éstos y sus opiniones. No se trata en esta columna de  sumarse al coro de analistas, sino de ofrecer algunas reflexiones, en clave empresarial, acerca de estos resultados, agrupadas en tres apartados.
1.- La campaña.- De forma especial la del PSOE ha sido un ejemplo de lo que no debe ser una campaña electoral. Una serie de zafiedades, vulgaridades, insultos y descalificaciones que han ocultado las propuestas y programas electorales. La única idea que se entreveía entre tanta pirotecnia era, por una parte, que el sistema de relaciones laborales era intocable y por la otra que había que hacer reformas, sin concretar cuáles.
            Un poco de ironía, incluso de sarcasmo, en periodo electoral anima. También es cierto que hay que apelar no sólo a la cabeza, sino también al corazón, al sentimiento;  pero el exceso empacha y se vuelve en contra del que abusa. Los ciudadanos tienen la madurez suficiente como para no confundir una campaña con un vodevil y reaccionan en consecuencia.
            Por último, el recurso de acusar a “la derecha”, ese concepto tan anacrónico como indefinido,  como causante de todos los males: pasados, presentes y futuros, acaba gastando el argumento, por inconsistente y cansino. 
2.- La economía.- Que hay crisis es evidente. Que, en España, a la crisis financiera se une una crisis económica particular también es evidente. Que la tasa de paro española duplica a la europea  es un dato incontrovertido. Todos estamos de acuerdo en que hay que cambiar el modelo. El problema viene cuando hay que pasar de las frases retóricas a las propuestas concretas. Decir, al mismo tiempo, que hay que cambiar el modelo, pero que el modelo de relaciones laborales es intocable no tiene ningún sentido, máxime cuando el propio Presidente del Gobierno lanza a los empresarios el mensaje tremendo de que si quieren  algún tipo de ayuda que utilicen los EREs, que para eso están.
            Tampoco cabía esperar  demasiado. Dos tardes de economía no dan para más; pero ¿por qué desde el PP no se explica claramente que el modelo de contratación laboral está obsoleto, que no es lógico que un taller de carpintería, con tres empleados, en un pueblo de la sierra de Jaén, tenga que pagar los mismos salarios – los que marque el convenio de la madera – que un empresario del mueble con doscientos trabajadores en el cinturón industrial de Madrid?, ¿si las circunstancias personales y familiares de cada trabajador son distintas, por qué todos han de contratar obligatoriamente las mismas prestaciones sociales?, ¿por qué la productividad no puede estar ligada al salario?, ¿es lógico que resulte más fácil resolver un contrato matrimonial, a instancia de una de las partes y sin necesidad de motivación, que uno laboral?.
            O se plantean claramente ésta y otras cuestiones o seguiremos con  alegorías de brotes verdes, montañas nevadas y banderas al viento, de victoria en victoria hasta la derrota final.
3.- Los valores.- Durante toda la campaña he tenido presente un libro recién publicado por el profesor de la Universidad de Londres Orlando Figes: su  monumental obra Los que susurran, elaborada en base a diarios, memorias familiares, documentos personales y miles de entrevistas hechas por diferentes equipos investigadores, para conocer cómo vivieron su vida privada millones de rusos durante los años del terror de Stalin y  durante toda la dictadura soviética, ofrece  conclusiones  demoledoras. La creación de la “nueva sociedad” se basó en dos pilares:   la destrucción de la familia y el control de la educación.
            Afortunadamente la sociedad civil se está consolidando a marchas forzadas. Movimientos ciudadanos, al margen de los partidos, son capaces de convocar manifestaciones de más de un millón de personas por en defensa de la familia, la educación o la vida. Por eso aunque hemos escuchado, especialmente al PP, alusiones a los valores, sigo echando de menos la propuesta de un modelo axiológico coherente. Sin él difícilmente habrá personas libres; sin personas libres no se construye una sociedad abierta; sin sociedad abierta  no hay modelo económico viable.
9.06.09

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