El pasado martes se publicó la tercera encíclica de Benedicto XVI, de fuerte contenido económico y social, titulada “ La Caridad en la Verdad”. Llevaba escrita varios meses, pero el estallido de la crisis hizo aconsejable retrasar su publicación y adaptar parcialmente su contenido a las nuevas circunstancias.
            La encíclica es una importante aportación a la Doctrina Social de la Iglesia, que no es un cuerpo doctrinal cerrado con  soluciones económicas definidas, sino el conjunto de documentos emitidos por la Iglesia Católica a lo largo del tiempo, que analizan  los aspectos éticos de la realidad económica y ofrecen orientaciones para acomodar esas realidades a la dimensión del hombre. Merece la pena ofrecer una apretada síntesis de su contenido.
            Partiendo de la premisa que propone el título, Benedicto XVI  explica que la caridad –la fuerza  que anima a las personas a comprometerse en el campo de la justicia- no puede excluirse de la ética vivida, si no quiere reducirse a “una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales”.
            Desde esta perspectiva el análisis de la economía adquiere una nueva dimensión, se sitúa en otro plano, más humanista, dando a este término su significación más amplia. Benedicto XVI analiza las causas de la actual situación económica: una actividad financiera especulativa; los flujos migratorios, provocados y luego no gestionados adecuadamente y  la explotación sin reglas de los recursos de la tierra.  Enumera también algunas consecuencias  de la inevitable globalización: modificación del poder político de los estados,  orientación de la producción  hacia áreas de bajo coste en las que se debilitan las prestaciones sociales y se puede caer en el peligro de rebajar la cultura y homologar los estilos de vida, igualando en mínimos.
A partir de aquí el argumento  o idea central de la encíclica gira en torno al fundamento ético de la economía: “la economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento…, es necesaria una profunda renovación cultural y el redescubrimiento de valores de fondo”.
Este planteamiento, siempre necesario, es especialmente importante en una economía globalizada, en la que “la deslocalización de la actividad productiva puede atenuar en el empresario el sentido de responsabilidad respecto a los interesados, como los trabajadores, los proveedores, los consumidores, el medio ambiente y a la sociedad más amplia que los rodea, a favor de los accionistas”.  La encíclica alude a conceptos tan en boga como Responsabilidad Social Corporativa, business ethics, finanzas éticas  y otros por el estilo, desde una perspectiva humanista y trascendente. El criterio de discernimiento para calificar una decisión como ética es que ésta sea coherente con la justicia y el verdadero bien del hombre.
A partir de aquí el documento pontificio se centra en señalar una serie de condiciones imprescindibles para el desarrollo de una economía al servicio del hombre. La globalización no es sólo “un proceso socio-económico, necesita una orientación cultural personalista y comunitaria abierta a la trascendencia”. Los derechos de la persona son objetivos e indisponibles, no pueden ser creados ni administrados por el Estado. En esa línea de saneamiento social, Benedicto XVI anima a los Estados “a realizar políticas que promuevan la centralidad de la familia”. Propone la necesidad de repensar un sistema económico que basado en tres instancias: el mercado, el Estado y la sociedad civil. Sobre esta última reafirma la “autonomía de los cuerpos intermedios” y explica que la subsidiariedad “es el antídoto más eficaz contra toda forma de asistencialismo paternalista”.
Plantea una última reflexión, de fuerte contenido económico, sobre la lucha cultural entre el absolutismo de la tecnicidad y la naturaleza moral del hombre: “el hombre no es capaz de gobernar por sí mismo su propio progreso, porque él solo no puede fundar un verdadero humanismo. El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano”.
En resumen: un documento imprescindible para la economía, precisamente porque trata de los fundamentos éticos de la misma.
14.07.09

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