A veces hay quien tiene una idea, sólo una, que piensa que puede ser útil para la gestión de empresas. A partir de ahí la bautiza con un nombre que tenga atractivo comercial y escribe un libro en el que esa idea se repite una y otra vez, arropada con muchos ejemplos. El libro, bien movido en las redes, puede tener un éxito razonable, digamos que cinco mil ejemplares, suficiente para que su autor, ya convertido en un reconocido consultor, prepare una conferencia, con una brillante puesta en escena. Autor, idea, libro y conferencia, otra vez con el apoyo de las redes sociales y de una agencia de conferenciantes, pueden pasearse durante un tiempo por la geografía nacional, y en ocasiones latinoamericana, despertando un interés lo suficientemente amplio para mantenerse en la cresta durante unos meses, variable según la habilidad del consultor. Al cabo de ese tiempo la idea hay que refrescarla o sustituirla, para comenzar un nuevo ciclo, que ahora puede apoyarse en el éxito del anterior.
Ya sé que esta es una visión excesivamente simplista y mordaz, lo confieso; pero tenía que intentar hacerme un hueco antes de exponer mi propia teoría y lanzarla a competir en el reñido mercado de las teorías brillantes: me refiero al «liderazgo total».
Hay quien considera al empresario como un individuo compartimentado. Por tanto, dicen, para mejorar sus capacidades como empresario, como directivo, es suficiente con incidir en aquellas habilidades que previsiblemente ha de ejercitar en el ejercicio de su actividad empresarial. El problema es que las personas no funcionan así, no están compartimentadas. El mismo empresario que lidera su empresa es también quien gestiona sus relaciones sociales, su familia y su intimidad personal. El liderazgo no es un conjunto de habilidades directivas, es la consecuencia de una coherencia personal que se pone de manifiesto en todas sus actuaciones, por eso hablo de liderazgo total.
Líder es quien es capaz, con su ejemplo, de sacar lo mejor de cada una de las personas con las que trata directa o indirectamente. La sociedad necesita líderes que aglutinen esfuerzos y mejoren el tejido social; personas que sirvan de referente. En los momentos actuales no podemos dejar el liderazgo a los políticos, que se vienen demostrado incapaces de asumir este papel. El liderazgo tienen que contraerlo personas normales, ésas que intentan sacar adelante a sus familias, participan en actividades sociales y se relacionan con sus amigos. Un liderazgo más amplio corresponde además a los empresarios, capaces de crear empleo y riqueza, a base de esfuerzo, fortaleza y visión a largo plazo; con pasión por la libertad, asumiendo riesgos.
Ese es el modelo de líder necesario, el discurso necesario: el del líder total. No es esta la categoría en la que están instalados los dirigentes políticos y asimilados, salvo contadas y honrosas excepciones, quienes deberían asumir el liderazgo social; pero que han agotado su crédito casi sin estrenarlo. Poca valoración social pueden recibir quienes –por ejemplo- prohíben la publicación de la lista de colegios que obtienen mejores resultados, argumentando que la excelencia es algo negativo que hay que ocultar para no crear agravios comparativos. A la vista de estas decisiones nadie puede sorprenderse de que los políticos y dirigentes sociales sean los peor valorados en las encuestas, esos mismos políticos que pretenden liderar la sociedad no por su excelencia personal, sino por su dominio de los resortes internos del poder, lo que se denomina coloquialmente “el aparato”.
Los líderes que necesita la sociedad son líderes totales y no sólo en la gestión de lo público o enla empresa. Miexperiencia me dice que entre los empresarios hay un buen porcentaje de éstos. A ellos corresponde ir armando discursos sólidos a nivel individual; provocar efecto admiración, imitación y contagio; recuperar centros de decisión, de creación de opinión. Es en la sociedad civil, articulada en torno a empresarios donde está una de las claves de la recuperación social y económica.
Me temo que con este discurso tengo poco futuro como conferenciante de éxito.
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