Me niego a  comentar algo sobre la prima de riesgo, el importe del rescate bancario, la evolución del IBEX 35 o la crisis de Bankia. Puede que esos temas sean importantes para la evolución de nuestra economía –de hecho lo son-; pero a la gran mayoría de los españoles, exceptuando políticos y comentaristas, lo que interesa es llegar a final de mes. La gente corriente estamos en otra historia.  No sé si se han dado cuenta, pero el cambio en el mercado que veníamos anunciando ya se ha producido, y continúa su evolución.

Los hábitos de vida y, en consecuencia,  el modo de consumo se han modificado. Muchas salidas “de copas” se sustituyen por reuniones en las casas, con el consiguiente descenso en el negocio de hostelería y con un efecto añadido: en casa el consumo es menos marquista que en el establecimiento hostelero y el consumo de primeras marcas desciende. Las empresas low cost ya no comercializan productos baratos dirigidos a un público poco exigente, el cliente de estas firmas requiere el mismo nivel de calidad y servicio. La vida media de los productos se alarga. La composición del gasto familiar se modifica. Todo esto supone una transformación radical del modelo de negocio, en un momento, además, en que es inútil acudir al banco a solicitar financiación, ni para el consumo, ni para emprender una idea de negocio. Hay que acostumbrarse, por tanto, a vivir sin financiación ajena, sólo con fondos propios. ¿Es posible esto?, ¿se puede emprender sin dinero? Les presento  dos ejemplos reales.

Mujer joven, con hijos pequeños. Deja de trabajar por cuenta ajena en una empresa y decide emprender su camino en solitario. Adapta el sótano de su casa como sala de ventas (si les gusta más digan showroom); define un determinado estilo de ropa dirigido a una mujer muy concreta y selecciona, en España y fuera de España, diseñadores y fabricantes que se adapten a ese estilo.  El resto es aparentemente fácil: visitar a estos posibles proveedores; componer un surtido que defina su oferta y dar a conocer ésta. Las clientes llaman para concretar hora, se acercan y compran. Los pedidos a los proveedores son en pequeños lotes, lo que aumenta la rotación y  el número de visitas para conocer novedades.  La opción elegida ha sido alta rotación y bajo margen, lo que supone un control financiero y de almacén permanente. Hoy por hoy le va bien.

El segundo ejemplo también lo protagoniza una mujer joven y con hijos. Ésta compatibiliza un  trabajo externo con su empresa. La idea también es aparentemente simple: cocina y vende comidas para domicilios particulares, no las sirve, las prepara y entrega. También tartas. ¿Cuál es la singularidad de este proyecto aparentemente muy trillado? Su planificación. Primero la creación de un blog en el que fue creando una masa crítica de seguidores, suficiente para ir creando y promocionando su propia “marca personal”; luego una acertada política de comunicación en círculos concéntricos cada vez más amplios; una política de crecimiento muy prudente; un meticuloso análisis de costes, para ajustar márgenes y poder mantener una línea de precios definida y, lo más importante, un detallado Plan de Negocio en el que ya está prevista la estrategia a desarrollar los próximos tres años.

Estos dos proyectos, diferentes, tienen mucho en común, en su aparente simplicidad: atención a un nicho de mercado emergente; planificación financiera; buen diseño de operaciones; una clara, casi obsesiva, orientación al cliente; análisis de costes; planificación estratégica; política de comunicación y un gran entusiasmo, traducido en horas de trabajo. Algo más: ninguno de los dos ha necesitado financiación ajena.  Y es que se puede emprender sin dinero; pero no sin objetivos, planificación y trabajo, mucho trabajo. Tienen, ambas, una idea muy clara: las mejores empresas no son las que más producen, sino las mejor organizadas.

Tengo una amiga  que, cuando le hablo de la prima de riesgo, me mira muy atenta, sin decir nada,  luego se ríe y continúa en sus tareas, las que le van a resolver sus problemas. No es ésa una  actitud egoísta, sino tremendamente generosa. La empresa es, ante todo, un asunto humano, no un asunto económico o político. Es ocasión de crear valor. En la medida que estoy creando valor económico, estoy creando riqueza, trabajo futuro, estoy mejorando el entorno. Esa sí es verdadera ecología social.

Andalucía: región del Sur de Europa en la que el 51% de los jóvenes están en paro. ¿Algún mensaje de esperanza para ellos?, sí: no busques empleo, crea tu propio puesto de trabajo. Es posible, aún sin financiación y sin leyes que los protejan: las leyes ordenan las costumbres, no las crean.

 

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