Las campañas publicitarias del Partido Socialista suelen ser bastante buenas. Siempre lo han sido. Desde aquellos dibujos amables y llenos de color con los que el dibujante José Ramón, en los años setenta, animaba a los indecisos a votar a un PSOE que se presentaba como algo nuevo e ilusionante, sus envoltorios publicitarios siempre han sido de gran calidad. Claro que ha habido excepciones, como la del doberman; pero  el nivel medio ha sido de notable para arriba.
            Eso es, hasta cierto punto, comprensible en un partido socialista. El socialismo no tiene como referentes a las personas, individualmente, sino a los colectivos, a las masas, y eso condiciona su mensaje. A las personas hay que convencerlas una a una, con argumentos más o menos elaborados. A los grupos se les seduce con mensajes publicitarios dirigidos al corazón, no a la cabeza. Así es como funciona esto. Por eso es lógico que, sin considerar los contenidos, la izquierda presente siempre mejores campañas de comunicación. Les va en ello su ser.
En esa línea publicitaria, lo que los periodistas llaman “la factoría Ferraz” acaba de producir un vídeo, de unos dos minutos de duración, para presentar la Nueva Economía, la que propone el anteproyecto de  Ley de Economía Sostenible, que está en línea con toda la producción anterior: un precioso embalaje que envuelve el vacío y en el que se hacen afirmaciones tan insólitas, incluso en un contexto publicitario y acrítico, como la de que han sido los socialistas los que han propiciado nuestra  entrada en Europa; la sanidad universal; la educación obligatoria; las pensiones; la jornada laboral de cuarenta horas y el mes de vacaciones anuales. Y, ya lanzados, entre ese elenco de logros también incluyen la liberalización del aborto y los “matrimonios” homosexuales.
Pero este vídeo –no sé si se emitirá por los canales de televisión o es cisible sólo en su web- tiene algo especial: por una vez estoy de acuerdo con el núcleo del mensaje que transmite y que gira en torno a una idea rotunda: Conservador es tener miedo al futuro. Progresista es transformador. No se podía haber expresado mejor, ni con menos palabras.
Efectivamente una persona conservadora es la que se aferra al pasado, para recrearse en él o para tratar de modificarlo a su gusto; pero le falta valor para dar un salto hacia adelante, para explorar nuevos caminos sin aferrarse a principios doctrinarios obsoletos. Viven tan obsesionados por el pasado que no tienen tiempo para preparar el futuro.
El problema, para los conservadores, viene cuando hay que pasar de la publicidad a los hechos. El caso más reciente lo tenemos ahora mismo en la calle. Después de muchas decisiones para tratar de parchear los efectos de la crisis, sin atacar las causas, se ha venido anunciando durante semanas  con gran despliegue -intervenciones en foros destacados, entrevistas y el reciente acto  de partido,  al más puro estilo estadounidense, con la  aparición final  de la pareja presidencial, descendiendo por una escalera,  incluida- una nueva Ley que resolvería todos los problemas económicos: la Ley de Economía Sostenible.
De entrada ya no sonaba muy bien eso de que los remedios para la economía vengan de una ley omnicomprensiva y reguladora y no del esfuerzo de los empresarios y sus empleados. Esas preocupantes intuiciones se han confirmado al hacerse público el texto del Anteproyecto de Ley de Economía Sostenible. Lo conforman un conjunto deslavazado de proclamas ecológicas,  medidas anecdóticas y las habituales dosis de retórica sobre el cambio de modelo económico, la internacionalización y la investigación, desarrollo e innovación.  
No es un  tema de ideologías, ni de planteamientos económicos. Es algo más simple: creer en la libertad, no tener miedo al futuro. En definitiva: que el Gobierno de España deje de una vez las rancias políticas conservadoras y  se atreva a ser progresista, a tomar decisiones que transformen la realidad actual y preparen un camino más esperanzador. De tanto mirar hacia atrás nos estamos perdiendo el futuro.
09.12.09

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