En un día como hoy, a menos de  cuarenta y ocho horas de las elecciones, con todos los medios comentando el resultado y haciendo pronósticos sobre alianzas de gobierno, podría parecer que no tiene mucho sentido hablar de empresa, sin hacer referencia a las elecciones; pero el empresario de a pie –el que empuja realmente el PIB- no tiene mucho tiempo para análisis políticos. Hoy tiene que enfrentarse a los mismos problemas que ayer, que serán casi idénticos a los de mañana: vencimientos, pedidos, gestiones con bancos, control de almacén, clientes, relaciones con el personal y unos cuantos asuntos más, que conforman la mal llamada rutina empresarial, porque el día a día de un empresario puede ser todo menos rutinario.
            De todas formas hay una cierta expectación, como cuando comienza un año: no pasa nada especial,  un día más que sucede a otro; pero se renuevan propósitos y cada uno se hace la ilusión de que –este año sí- las cosas van a ir mejor: voy a dejar de fumar,  aprender inglés  o  ir al gimnasio. Aquí lo mismo: comienza un periodo de cuatro años en los que se van a arreglar todos los problemas, también los económicos, que se venían arrastrando. Ilusionante, pero falso. El futuro, también el futuro económico y empresarial, no depende de decisiones políticas, sino de un acuerdo general más profundo, basado en el reconocimiento de principios generales.  Cuando un niño tiene fiebre cualquier madre sabe darle un antipirético para que todo vuelva a la normalidad; pero cuando la fiebre reaparece, una y otra vez,  ya hay que ir a las causas: hacer análisis, establecer un diagnóstico y proponer un tratamiento.
            La economía no se resuelve sólo con medidas políticas, ese puede ser el antipirético para intentar volver a una normalidad  aparente.  Se precisa un análisis  que  fundamente las decisiones. Ya sé que hoy no es el día más oportuno para decirlo; pero es necesario alejarse del doctrinarismo de los partidos, para  establecer las bases de la actividad empresarial y económica. La batalla no se plantea entre socialismo y liberalismo (mucho menos entre izquierdas y derechas, un anacronismo  vacío). Las  doctrinas económicas  son la consecuencia  de una determinada concepción del hombre y de la sociedad y es ahí  donde hay que definirse.
            Una organización, del ámbito que sea –una empresa o la sociedad-, es eficaz cuando comparte una serie de valores y objetivos comunes. Eso es lo que va conformando una cultura y, a partir de ahí, podemos hablar de eficacia, de resultados. Por el contrario, si no hay un acuerdo de mínimos sobre el modelo cultural, difícilmente puede salir adelante una organización, por muchos planes empresariales, o modelos económicos, que se quieran imponer.
            La economía no se desarrolla en el vacío,  actúa en un entorno cultural determinado y en un sistema político definido; por eso, más que aplicarse en la imposición de  doctrinas económicas, hay que emplearse en el reforzamiento, mejor en el saneamiento, de los valores sociales y del entramado político. Desde la perspectiva empresarial, no se trata de apoyar tal o cual sistema económico, sino de redefinir el concepto de persona, empresa y economía, de forma coherente con los valores y la cultura europea. A partir de ahí cada uno se irá adhiriendo, o construyendo, su modelo económico. Este esfuerzo no es un ejercicio teórico, especulativo. Distintos esquemas de valores generarán  distintos modelos de organización política y jurídica y, como consecuencia,  producirán resultados económicos y sociales distintos, por la simple actuación de las leyes económicas generales.
            Volviendo al ejemplo anterior. La situación de postración económica y cultural que vive nuestro país no se soluciona con el antipirético de unas recetas económicas sacadas de una manual de economía política, de uno u otro signo; sino con la reconstrucción de un modelo conceptual basado en el hombre como sujeto de la historia y de la economía.
            La verdad es que esto se acerca más al modelo liberal que al socialista; pero ése ya es otro tema,  que merece tratamiento aparte.
11.03.08

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