Ignacio Valduérteles
Director del Instituto de Investigación Aplicada a la Pyme

No es frecuente que alguien rectifique sus opiniones de forma rotunda, después de haberlas hecho públicas.  Hace treinta años el profesor Fukuyama  publicó  “El Fin de la Historia”, una referencia para muchos, en el que afirmaba que, tras el fracaso del comunismo, el único modelo económico y social era el liberalismo, lo que auguraba un amplio período de hegemonía y con él el fin de la historia como lucha entre dos modelos.

Treinta años más tarde, constata que sus previsiones no se han cumplido y reflexiona sobre su “fracaso”. De eso trata “El liberalismo y sus desencantados”, que acaba de publicar hace unos días.

Según Fukuyama, la clave de que la sociedad no haya evolucionado como predijo, no está en el iberalismo,  radica en que los sistemas supuestamente liberales que han gobernado occidente los últimos años se han ido transformando en sistema “iliberales”, incapaces de resolver los desafíos económicos de las últimas décadas en una economía globalizada.

Acierta en parte  Fukuyama: Es cierto que un sistema basado en la planificación central de la economía y en la primacía del colectivo sobre la persona, está condenado al fracaso de antemano; pero la implantación de modelos, centrados en la gestión, con espíritu socialdemócrata,  y sin alma, sin un modelo de pensamiento que lossostenga, tampoco tiene futuro y queda expuesto, además, no solamente no tiene futur.

No a la dicotomía simplista: bueno y malo, liberalismo y comunismo.

El problema del liberalismo no está en supuestas  debilidades de su doctrina, sino la forma en la que los sistemas liberales han venido evolucionado desde los años setenta.

El  liberalismo es un sistema que tiene su base en el Derecho Natural. Nace con  Francisco de Vitoria y otros profesores de la Universidad de Salamanca que, en el siglo XVI, van dando repuesta, desde la teología moral, a las nuevas cuestiones económicas que plantea el auge de la economía.   Sin pretenderlo sentaron las bases de la economía en el mundo moderno fijando criterios como la legitimidad de la propiedad privada, también de los medios de producción; el mecanismo de los precios como instrumento para la asignación de recursos y la libertad de emprender,  asumiendo el riesgo del fracaso.

Muchos años más tarde Menger y Von Mises, enlazan con estos planteamientos al considerar que la economía se asienta sobre  la base de una teoría de la acción humana, la economía  es una ciencia moral que se vincula al hombre como ser espiritual y moral.  La ética es una parte integral de la economía que la estructura desde dentro, la fundamenta. Benedicto XVI advertía: “La crisis económica actual es también una crisis de ética y sin ella la economía no puede funcionar,  el hombre tiene que ser el centro de la economía y no al revés”. (18 ago. 2011)

 El liberalismo no es autonomía moral, no suspende la ética natural que sustenta la dignidad. Socialdemocracia  liberal centrada en la gestión y laxitud ética (“yo soy muy liberal”, equivalente a: yo no tengo principios firmes)

No a un liberalismo estrictamente económico desvinculado de sus fundamentos éticos. Eso anima a un liberalismo, que hay que redefinir,   no centrado en centrado en la gestión económica y   laxitud moral. El liberalismo  no se sustenta en principios económicos, se sustenta en valores,  que no son normas morales impuestas por una confesión religiosa, sino que se corresponden  con las exigencias de la naturaleza humana. Los titulares de la libertad son las personas, cada persona, no los colectivos identitarios. Des este modelo cultural se derivan los princioios económicos.

El valor ético de una acción no se mide  por  sus consecuencias externas sino por las que producen  en el interior interior del agente.  Por eso no es razonable escudarse en el liberalismo para posicionamientos antinaturales, aún a riesgo de ser cancelado.

Núcleo ético no relativista: los derechos humanos,  

Por eso si los autodenominados liberales se centran exclusivamente en la economía, dejando lo demás a la autonomía moral, el fracaso de liberalismo  está garantizado, deslizándose hacia una izquierda que ha sustituído su revolución económica, fracasada,  por otra moral y cultural , teñida de relativismo. A partir de aquí se articula un programa político que tiene como meta en lo social …. Y la anulación de la libertad personal, dando paso a un  capitalismo global salvaje, diseñado  en la Agenda 2030. Y dentro de poco Fukuyama publicará otro ensayo sobre el fracaso del liberalismo y el triunfo del relativismo. El título del mismo lo dejo a su elección.