La familia como empresa

No estoy tratando de reducir la familia a la categoría de empresa considerada sólo en su aspecto mercantil, en la que se asignan unos recursos, se produce algo y se obtienen beneficios. Me refiero a la empresa como comunidad de personas, en la que cada uno sabe que su tarea no sólo es útil para la empresa sino también para sí. Que la finalidad primera del trabajo es el desarrollo personal, de uno mismo y de los demás. Ahí sí hay semejanzas entre la familia y la empresa. La familia no es sólo proveedora de servicios (comida, alojamiento, estudios, …), también es ámbito de mejora personal; pero eso requiere ponerse a ello, pensarlo, elaborarlo y ejecutarlo. Eso supone esfuerzo.

El verano puede ser una época difícil, muchas horas libres y peligro de aburrimiento o de roces de convivencia. Tiempo para uno mismo (necesitamos ordenar la cabeza de vez en cuando) y para los demás; para mejorar “el clima familiar”. El lugar más seguro para los niños es una familia intacta. En la familia como en la empresa: fijar objetivos y las actuaciones para conseguirlos.
No hay vacaciones en la tarea de sacar la empresa adelante, o la familia.

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