Una Iglesia Progresista

        

          Con motivo de la elección del  nuevo Papa se vienen publicando todo tipo de análisis. Muchos de ellos tienen el mismo defecto: aplicar categorías políticas a una realidad que no es encuadrable en ese marco. Hay quien define al Papa Francisco como “ortodoxo en la doctrina”, como si esa fuera una característica diferencial (¡sólo faltaba que el Papa no fuera ortodoxo!); al mismo tiempo que “progresista en lo social”. Esto ya merece una  cierta reflexión.

            El término progresista, o progresismo, se ha deteriorado últimamente. Progresista es quien promueve el progreso, quien hace avanzar las personas o instituciones desarrollando sus posibilidades y haciéndolas cada vez más acorde a su naturaleza y fines. Nada que ver con esa amalgama de ideas mal comprendidas y peor digeridas en la que se confunde el progresismo con la asunción de una mezcla de  relativismo,  ecología e  ideología de género, todo ello articulado en cuatro frases tipo  y adornado por una estética uniformadora

         Pocas instituciones hay más progresistas que la Iglesia Católica. En su mismo fundamento está el ocuparse de atender y promover la dignidad humana en su plenitud, no reduciéndola a su dimensión económica o política, con amplia libertad en las formas, siempre que éstas sean acordes con la dignidad de la persona.

           Me temo que este frágil idilio entre la progresía militante y el Papa va a durar poco. Cada uno de los gestos que protagoniza está enraizado en la doctrina de la Iglesia Católica. Y ya ha dejado oír su voz en temas como el aborto, el matrimonio entre homosexuales, la importancia de la liturgia, la dignidad del sacerdocio, la importancia de la confesión, la  necesidad de  adquirir formación doctrinal. Comienza su día con un largo rato de oración; reza y anima al rezo del Rosario y muchos detalles más.

         Ya empieza a despertar algunos recelos en los ambientes autodenominados progresistas. Dentro de poco dejará de ser “de los nuestros” y comenzarán las críticas, primero veladas y, más tarde, desaforadas. Es lo que tiene la izquierda: desde la  falsa atalaya de una supuesta superioridad moral, emiten certificados de progresismo y modernidad a quienes se adhieran a sus planteamientos. El resto no cuenta.

  1. Pablo

    Efectivamente Ignacio, realmente hoy la izquierda se cree que su atalaya de superioridad moral la tienen porque si, porque como han estado castigados según ellos con muchos años de dictadura ahora ellos pueden hacer uso de esa “superioridad” aunque ellos también sean hijos de esa historia e hijos de actores principales de la dictadura, pero en fín, gracias a Dios el Papa y la Iglesia rezamos por todos ellos diariamente. Me encantan tus comentarios y tu blog, lo sigo asiduamente.

    Un abrazo fuerte.

    Pablo García Medina.

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