Carmine Gallo es un conocido escritor, conferenciante y articulista que acaba de publicar en Forbes un interesante trabajo en el que, a partir de una anécdota real de Juan Pablo II y un joven guarda suizo, hoy Director del Programa para Emprendedores en la Catholic University of America en Washington, extrae una serie de recomendaciones útiles para jóvenes emprendedores (o no tan jóvenes), aplicables a todo aquel que tiene que liderar a otros: empleados, compañeros, hijos, o amigos.
1.- Animar a los demás a pensar en grande y a mantener la vista alzada y puesta en la distancia. Eso supone plantearse objetivos ambiciosos, poner los medios necesarios para tratar de conseguirlos y pasar de una mentalidad cortoplacista a una visión a largo, tanto en los temas empresariales como en los temas personales. Transmitir esta mentalidad al resto de la empresa.
2.- Saber escuchar. Saber escuchar es mostrar interés por el otro, ponerse en su lugar. Mostrarle, con nuestra actitud y nuestra palabra, que realmente nos interesa lo que nos está diciendo. Más aún, nos interesa él como persona, en su integridad.
3.- Mostrar a las personas que creemos en ellas. Confiar en sus capacidades; más incluso que ellos mismos. Eso aumenta la autoestima y permite conseguir más de lo que cada uno hubiera pensado que era posible.
4.- Ver el trabajo no como una carga sino como una oportunidad. Una oportunidad para el desarrollo personal, para llegar a ser aquello a lo que estamos llamados. Es el trabajo lo que nos hace realmente humanos.
5.- Animar a otros a emprender. Haciéndoles ver que crear algo, crear riqueza a partir de la nada, es un aspecto fundamental de la persona, una manifestación de su especial dignidad personal. Un camino grandioso sobre el que construir su vida, en el que puede utilizar sus dones, talentos e ideas para desplegar plenamente su potencial y así participar en la obra de la Creación.
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