Me exponía un amigo su teoría sobre los grandes grupos en los que se podía dividir a la población laboral española. Una hipótesis sugestiva aunque, lo advierto, sin justificación empírica. La menguada población que trabaja se puede dividir en tres grandes grupos, con todas las subdivisiones y matizaciones que se quieran hacer. El primero está constituido por los jóvenes de hasta treinta años, más o menos;  el segundo abarca de los treinta a los cincuenta y tantos y el tercero llega hasta los sesenta y cinco.

En el primer grupo, el de los más jóvenes, éstos se han incorporado a la vida económica en plena crisis. Su aspiración es ser, al menos, mileurista. Sus expectativas son bastante realistas y no tienen más remedio que acomodarse a la situación en la que les ha tocado vivir que, por otra parte, es casi la única que conocen. Precariedad, ajuste de costes laborales, caída de la demanda, financiación escasa o nula.

El segundo grupo es el más sufrido. Son personas que, según los ramos, han vivido el cambio, tienen todavía una amplia vida laboral por delante y tienen que ejercitarse en un continuo ejercicio de adaptación y readaptación a circunstancias que van cambiando, a peor, cada día. Unos lo llevan mejor que otros; pero les resulta duro en el presente y con un futuro que prevén tan complicado como largo. Con la incertidumbre del mantenimiento de un puesto de trabajo a medio o largo plazo y la de si,  a su jubilación, podrán acceder a unas compensaciones dignas.

El último segmento es el de quienes ya entrevén, en un futuro más o menos próximo, su jubilación.  Éstos ya no tienen más horizonte que el de alcanzar la jubilación, si es anticipada mejor, y retirarse de la vorágine laboral. Con ellos que no cuenten para tirar del carro y superar la crisis. Ya  no están dispuestos a adaptarse a las nuevas situaciones. Han reducido su consumo, como todos; pero con ellos que no cuenten para nada más. Los que vengan detrás que  arreglen esto (si pueden), ellos ya hicieron lo que les correspondía cuando les correspondió.

Insisto en que no es más que un planteamiento “de barra de bar”,    sin mayor rigor científico; pero, en líneas generales, es plausible y útil para tratar de explicar algunas tendencias que se están apuntando.

En el segmento de los jóvenes, el que más nos interesa a todos porque son quienes tienen mayor recorrido, no ha disminuido significativamente la aspiración a convertirse en funcionarios o en encontrar “una colocación para toda la vida”; pero la realidad hace que ese anhelo quede en el terreno de la utopía.  La experiencia les enseña que, hoy por hoy,  a lo que puede aspirar la mayoría es a empleos temporales con sueldos ajustados, o a salir fuera de España si tiene la cualificación suficiente.  En este caldo de cultivo se va abriendo paso tímidamente una nueva hornada de emprendedores  (no entro a hora en la discusión semántica entre emprendedores o empresarios. La persona, por naturaleza,  es emprendedora porque es un proyecto de futuro). Estos emprendedores van desarrollando perfiles y habilidades adaptados a la situación actual, de los que destacamos los siguientes:

–          Desarrollan sus proyectos sin apenas financiación externa y sin subvenciones. Lo que les obliga a un escalamiento  y desarrollo progresivo del mismo.

–          Esta escasez  de recursos financieros les lleva a centrarse en los esencial de su negocio (el famoso ‘core business’) suprimiendo los no estrictamente necesarios y externalizando los demás. Esto permite la aparición de nuevas empresas de producción o servicios complementarios

–          Las transacciones entre estas incipientes empresas se sustancian, en muchas ocasiones,  en el trueque, más que en el flujo de efectivo.  No me estoy refiriendo sólo a publicidad, o diseño de web. Temas como estudios de marketing, posicionamiento, elaboración del Plan de Negocio, o  el departamento de exportación entran en ese paquete; pero también una parte, o incluso la totalidad, de la producción, o la presentación de ofertas conjuntas, provocando ventas cruzadas.

 Una de las –pocas- cosas en la que casi todos estamos de acuerdo es que esta crisis es sistémica y que la época de la economía burbuja, de suma cero, no va a volver.  Estos que comento sí son auténticos brotes verdes, que apuntan no a la recuperación de la situación anterior, sino a un nuevo modo de entender la empresa, mucho más real y acorde a la dimensión humana.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *