¿ Cuanto vale un olivo ?

Mi amigo Antonio es agricultor. Pronto cumplirá los setenta años. Toda su vida la ha dedicado al campo –viñas y olivos-. Como su padre, como su abuelo, como el padre de su abuelo. Siente auténtica pasión por su trabajo. El campo es su vida. Alguna noche de tormenta ha salido en su viejo todoterreno ver si el aguacero estaba causando algún destrozo. Sus días de descanso, pocos, los emplea en pasear entre olivos o ver como van las viñas. Te habla con pasión de cada una de las faenas agrícolas.

Hace poco le ofrecieron comprarle unos cuantos olivos, que cuadraban la finca de un vecino.

–          ¿Cuánto quieres por ellos, Antonio?

Les dio un precio disparatadamente alto.

–          ¿Éso es lo que crees que valen tus olivos?

–          Eso es lo que vale mi trabajo, mi sudor, y el de mi padre y mi abuelo, y el de quienes fueron poniendo  aquí sus ilusiones y dejaron su vida en cada olivo.

Cuando me lo contó no fui capaz de decirle que, si los vendía, a lo mejor el producto de la venta, colocado en Letras del Tesoro, le proporcionaba una rentabilidad mayor y con menos esfuerzo y riesgo. Lo suyo no es maximizar la rentabilidad, lo suyo es amor al trabajo, a la obra bien hecha, a la creación de riqueza, a la mejora personal a través del trabajo.

Seguramente tendría que preocuparse un poco más del provecho que podía sacar a sus activos; del retorno de la inversión; o de obtener una mayor liquidez; pero creo que ya es tarde para eso. Además es feliz así, por eso me gusta hablar con él.

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