No es de los nuestros

P.– ¿No le parece que en las hermandades hay demasiados grupos y subgrupos que a veces ni se hablan entre sí? Resulta poco edificante; echa para atrás. ¿Tiene que ser así?

R.- No, pero parece que ese concepto patrimonial de la Hermandad no es nuevo. En el Evangelio hay un pasaje en el que Juan se acerca a Jesús para decirle: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en Tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no viene con nosotros.

Jesús contestó: -No se lo prohibáis, porque no hay nadie que haga un milagro en mi nombre y pueda hablar mal de mi». (Marcos  9, 38-39)

Pues a pesar de todo hay quien se empeña en seguir patrimonializando la Hermandad, determinando “quiénes son de los nuestros” y quiénes no. En una hermandad no sobra nadie que se acerque a ella con buena voluntad, devoción a sus titulares e ilusión por colaborar.  Todo el que se acerca a la Hermandad es “de los nuestros”.

El filósofo francés Gustave Thibon publicó en 1978 un libro, El Equilibrio y la Armonía,  en el que explicaba que el equilibrio es la situación que se produce cuando dos fuerzas iguales y de sentido opuesto provocan una situación de igualdad, en la que nadie puede ceder para no romper esa situación de tensa calma. La armonía, sin embargo, es la que se da cuando fuerzas, diferentes, se unen para dar lugar a una situación mejor, como ocurre en una orquesta en la que elementos tan dispares como los instrumentos de viento, cuerda y percusión se unen para ofrecer un maravilloso concierto bajo la dirección del Director.

Estos mismos planteamientos son trasladables al mundo de las hermandades. Así es la vida, y las hermandades son la vida. Es normal que haya distintas formas de entender la Hermandad. En cuestiones accesorias se puede y debe discrepar. Pero hay quien entiende la vida de las hermandades como un juego de equilibrios entre  distintas fuerzas. Cuando una empieza a destacar, en forma de hermano que se acerca ilusionado a la Hermandad para intentar para ayudar, hay quien se pone en guardia por si pone en peligro su posición en la misma.

“¡No se lo prohibáis!”

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