Una de cal y otra de arena

P.- ¿Cuál es su opinión sobre las referencias que, al parecer, se hacen en las recién publicadas Orientaciones Pastorales Diocesanas para los próximos años sobre el papel que han de jugar las hermandades y la piedad popular?, ¿no cree que es mejor no meter a las hermandades en estos temas?

R.- Mi opinión ha de ser necesariamente favorable, porque formé parte del grupo que ayudó a elaborar estas orientaciones, en el que había también tres hermanos mayores. Con ese antecedente le comento que el documento resulta bastante equilibrado en lo que se refiere al papel que han de jugar las hermandades en la Iglesia de Sevilla los próximos  cinco años.

En ese documento se reconoce la importancia de la religiosidad popular en nuestra tierra, así como la importante labor social que, en nombre de la Caridad, realizan. Resalta también algo a lo que creo que no se presta demasiada atención: el importante papel que juegan las Hermandades como factor de identidad colectiva y cohesión social, de vertebradoras  de la sociedad civil.

Llama la atención, como no podía ser menos, sobre el peligro de confundir la piedad popular con la “afición a lo cofrade”. Y abre un interesante campo de trabajo a las Hermandades al solicitar su participación en las actividades parroquiales, colaborando en las catequesis, por ejemplo y a salir geográficamente, sin quedar  «asentada entre las familias tradicionales del lugar» (pág. 74).

También se dirige a «algunos sacerdotes con muchas prevenciones  hacia ellas [las hermandades] porque las consideran como un subproducto religioso de menor calidad, y algo obsoleto», ignorando el gran potencial cristiano que las hermandades tienen.  «A estos sacerdotes, concluye,  habrá que ayudarles, desde la cercanía y el aprecio, para que descubran la dimensión evangelizadora [de las hermandades]» (pág. 75) y las incorporen a las parroquias.

Por eso le digo  que el documento se sitúa en un punto en el que, con gran realismo reparte responsabilidades, aciertos y errores entre dos de los protagonistas más identificables de la parroquia: las hermandades y los sacerdotes. A los dos les anima a profundizar en su trabajo y a mejorar en algunos aspectos de su tarea. No es un punto intermedio en el que trata de no comprometerse demasiado con ninguna de las partes, sino que propone un plano superior en el que hermandades y párrocos, en su caso Directores Espirituales, se encuentren de modo eficaz.

Respecto a la segunda parte de su pregunta creo que ya le he respondido: ¡claro que hay que meter a las Hermandades en estos temas!,  ¡precisamente éstos son sus temas!

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