Izquierda, derecha y Caridad

P.- Le felicito por el Informe sobre la Caridad en las Hermandades de Sevilla. Ya era hora de que se dijera lo que hacen las hermandades para  atender a quien lo necesita y sin hacer publicidad, ni darse importancia. Mucho tienen que aprender los políticos de la forma de actuar las hermandades, de su eficacia y discreción. Ya está bien con eso de que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha. Hay ocasiones en que es necesario decir lo que se está haciendo alto  y claro.

R.- Me pone fácil el comentario: efectivamente cuando la izquierda no sabe lo que hace la derecha, ni la derecha por donde va la izquierda, el resultado, como estamos viendo,  es nefasto.

En serio: creo que no son temas equiparables. El Estado tiene la obligación de ofrecer a los ciudadanos  los servicios exigidos por el Estado del Bienestar (aunque habría que delimitar cuáles son sus límites; pero ese ya es otro debate). Las Hermandades no son entidades colaboradoras del Estado en la prestación de servicios sociales, están en otro plano: el de la Caridad;  ayudan a quien lo necesita por amor a Dios, y al prójimo por amor a Dios. Ése es el secreto de su eficacia y de su eficiencia.

La Administración es un ente abstracto, las Hermandades las forman personas concretas. Son esas personas las que aportan su dinero y su tiempo para atender a quiénes se acercan a la Hermandad. Y digo su tiempo porque una de las expresiones de la Caridad que se da en las Hermandades, que además no tiene reflejo económico, es el tiempo y el cariño dedicado a ayudar y confortar a personas que están atravesando una mala situación. Ese “servicio” no hay departamento de la Administración que lo pueda facilitar.

Hay quien dice que la limosna humilla, que la Caridad es una coartada para mantener situaciones de explotación, que lo que se necesita es más justicia social. Yo invito a esos reproductores de consignas rancias a pasar una tarde en la Comisión de Caridad de cualquier Hermandad. La Caridad  no reemplaza a la justicia: la abarca  y la supera.

Es un secreto a voces: donde haya una mano que se extienda pidiendo una limosna, no sólo material,  “por amor de Dios”, siempre habrá una Hermandad dispuesta a ayudar, canalizando la Caridad de sus hermanos, con la seguridad de que “Dios se lo pagará”.

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