Cuando el número importa

P.- Se viene observando una tendencia al aumento del número de hermanos en muchas hermandades. A veces los hermanos mayores presentan como un logro importante el que la nómina de hermanos haya subido un porcentaje de dos dígitos. ¿Es normal esa carrera por tener más y más hermanos?, ¿tiene esta tendencia algún límite aconsejable?

R.- Como en casi todos los temas considerados aisladamente, el afán por aumentar el número de hermanos no es en sí bueno ni malo. Otra cosa es la motivación que impulsa a la Junta de Gobierno a ese afán por aumentar su censo. Si lo que les mueve es el simple interés  por gestionar una hermandad cada vez más grande, entendiendo que al ser más numerosa es más importante, hay que reconocer que ésa es una motivación muy pobre.

Otra cosa distinta sería que los hermanos se sintieran atraídos hacia esa hermandad por la excelencia de sus cultos, de sus planes de formación, por la ejemplaridad de su estación de penitencia, o sus actividades de caridad. Entonces sí podría estar la Junta de Gobierno, con el Hermano Mayor a la cabeza, orgullosa de su capacidad de atracción.

El objetivo inmediato de una Junta de Gobierno no es, no debe ser, aumentar el número de hermanos, sino hacer las cosas cada vez mejor, lo que seguramente atraerá a más fieles a hacerse hermanos de esa Hermandad; pero por ese orden.

Por otra parte no hay que olvidar que el aumento rápido de la nómina puede traer otros problemas que han de ser gestionados correctamente. No me refiero sólo a los problemas administrativos, que también, sino a otros más importantes: ser capaces de mantener un trato cercano, de familia. Conozco hermandades en que eso se ha perdido, otras en cambio han sabido ensanchar su corazón, como las madres de familia, para dar cabida a todos con cariño individual, a cada uno como ser personal. Cuando se empieza a tratar a los hermanos como simples números o, lo que es peor, como “clientes”, estamos causando un perjuicio irreparable a la Hermandad. A los hermanos, como a los hijos, no se les quiere “corporativamente”,  sino uno a uno, en su singularidad y en su grandeza personal.

El problema no está en la cantidad de hermanos que tiene una hermandad, sino en saber tratarlos a cada uno individualmente sin que la Hermandad pierda su cultura, ni su finalidad.

En definitiva: ¿cuál es el número ideal de hermanos que debe tener una Hermandad? Los que quepan en el corazón del Hermano  Mayor.  

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *