La familia bien, gracias

P.- Cada vez  más se traslada a las Hermandades la responsabilidad de arreglar los temas sociales que, a juicio de algunos, no funcionan bien. Pasa como con los colegios, que tienen que dar clases de circulación, de alimentación, de biodiversidad y no sé cuántas cosas más. A este paso ni los colegios van a tener tiempo para enseñar a leer, ni las Hermandades para ocuparse de los cultos, la caridad y la cofradía. Ahora es la mejora de la sociedad o algo así la que tratan de colgarle a las Hermandades. Mejor dejamos ese tema a los partidos políticos, ¿no le parece?

R.- No. No me parece, lo siento. Influir positivamente en la sociedad, haciéndola más humana,  más cristiana, no es un añadido, es uno de los fines de las Hermandades previstos en el Código de Derecho Canónico.  

No voy a decirle eso tan manido de que estamos peor que nunca, porque no es verdad. La historia de Europa, por ceñirnos a lo más inmediato, ha pasado por momentos muy complicados a lo largo de la historia, aunque hay que reconocer que los actuales no son precisamente de los más apacibles. El fracaso estrepitoso de los sistemas comunistas, hace ya unos años, y el lento declive de la socialdemocracia está generando un vacío ocupado por soluciones tecnocráticas –en Francia, Alemania o España, por ejemplo- y por populismos de derecha e izquierda. En esta situación, sin propuestas económicas ni políticas que ofrecer,  los herederos de la izquierda llevan ya unos años volcados en proyectos de ingeniería social disfrazados de renovación cultural, necesitados de un contrario, de un “contra alguien” para reconocerse. Se tratar de “luchar contra algo”, no de “luchar por algo” y ese algo es la familia (fortaleza social) y la Iglesia (modelo de pensamiento trabado y coherente), todo ello desde una perspectiva dialéctica y con absoluto desprecio  de la antropología.

Así de simple. Se trata de minar la familia, aunque sea cayendo en aberraciones como la de llamar, en los impresos de matrícula de los colegios, “persona guardadora 1” y “persona guardadora 2” al padre o madre de un alumno.

¿Por qué la familia?, porque si el núcleo de una sociedad sana es la familia, anulando la familia se anula la sociedad natural, formada por personas libres, titulares de derechos anteriores al Estado.

Completo el razonamiento: si una de las misiones de las Hermandades es la mejora de la sociedad, ésta pasa por la salvaguarda y mejora de la familia. Precisamente por eso he de decirle algo más: en los momentos actuales la preocupación por el fortalecimiento de la familia ha de pasar a ser una de las actividades prioritarias de las Hermandades, proporcionándoles a sus hermanos  una formación actual, adecuada y cercana sobre el concepto de familia, fundamentando rigurosamente los conceptos,  y ofreciendo sugerencias, en forma de charlas, cursos de orientación familiar u otras actividades similares, para la mejor educación de sus hijos.

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