Selección de personal

P.- Ahora que han pasado los días de Cuaresma, muy  centrados en besamanos y salidas procesionales, quisiera conocer su opinión sobre  un tema más general: el nivel profesional y humano de las Juntas de Gobierno, porque  en demasiadas ocasiones me da la sensación de que muchos miembros de Juntas de Gobierno  no durarían ni un día como directivos en  una empresa de las de verdad. Por cierto, ¿por qué no escribe últimamente?

R.- Durante las semanas de Cuaresma “Pasión en Sevilla” se ha visto reforzada por muchos y muy buenos profesionales que  han escrito magníficamente bien sobre la Semana Santa y las hermandades. Así que he creí  conveniente apartarme,  para que la Cuaresma no se viera perturbada por temas administrativos o de gestión. Pasada ésta vuelvo a ocupar mi rincón

Le contesto a lo que plantea: no se puede opinar de forma genérica sobre el nivel de las Juntas de Gobierno. Sólo me atrevo a identificar  y  reconocer algunos perfiles que se  dan en algunas hermandades.

Dos son las principales carencias que se pueden presentar en miembros de Juntas de Gobierno: la falta de objetivos y la  falta de responsabilidad.

En el primer caso se piensa que lo importante es gestionar el día a día, ir resolviendo los temas conforme se van presentando. No es suficiente. Si esa gestión no se inserta en un proyecto original y trabajado que vaya más allá del manido “servir a los hermanos o  abrir la hermandad a todos”; si no se define la situación a la que se quiere llegar, lo que se pretende conseguir y los objetivos a alcanzar para llegar a esa meta, incluso los éxitos más aparentes resultan estériles a la larga.

La segunda carencia, la falta de responsabilidad,   es más sutil; pero igualmente nociva.  Es el caso del que se limita a hacer las cosas “como se han hecho siempre”, ha cumplido lo que, a su juicio, se esperaba de él. A partir de ahí si las cosas salen bien o mal la culpa ya no es suya. Él ha hecho lo de siempre, por lo que no se plantea asumir la responsabilidad de sus acciones.

Estas dos actitudes son propias de personas inseguras a las que les viene grande la responsabilidad arrogada y se limitan a defender el  status otorgado , no a crearlo, y a repetir mecánicamente lo que se ha venido haciendo  siempre (aunque a veces ese “siempre” sean unos pocos años), por su incapacidad para acometer nuevas tareas.

De la misma manera que en otras organizaciones de personas -empresas,  fundaciones, o asociaciones- se coloca al frente de las mismas a los mejores profesionales, también en las hermandades han de estar los más competentes. El amor a la hermandad, sus vinculaciones familiares, o la antigüedad  pueden ser criterios necesarios, pero no suficientes, para ocupar una responsabilidad en una Junta de Gobierno. Claro que esto puede  ser un círculo vicioso: no están los mejores porque los modelos de gestión no son atractivos; pero no son atractivos porque al frente de los mismos no hay personas competentes.

No obstante soy optimista. Se aprecian intentos serios de mejora en  las hermandades, de elevar su nivel de gestión y el modelo conceptual que las sostiene. Algo  está cambiando, de  no ser así entraríamos en una lenta decadencia.

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