PENSAR FUERA DE LA CAJA

         

         

Alguna vez hemos oído que hay que aprender a “pensar fuera de la caja”. Dicho en inglés parece más interesante,  thing outside the box; pero en realidad se trata de una idea tan sencilla como antigua: hay que atreverse a abordar los problemas desde perspectivas nuevas, tratando de saltar por encima de convencionalismos aceptados como dogmas que en realidad no lo son.

Los avances no se logran sólo haciendo cada vez mejor lo de siempre, sino intentado hacerlo de manera distinta; pero no se trata ensayar ocurrencias a ver qué pasa, requiere un conocimiento amplio y profundo de la realidad que se pretende mejorar. Picasso o Dalí eran unos excelentes pintores y dibujantes, como lo prueban algunas obras de su primera etapa. Desde ese conocimiento exhaustivo de las técnicas y fundamentos de la pintura  fueron capaces de plantear una nueva dimensión de la capacidad expresiva a sus obras.

Dicen que todos llevamos dentro un seleccionador nacional de fútbol. No sé. Lo que es cierto que cualquier cofrade lleva dentro un “hermano mayor-prioste-diputado mayor de gobierno-arzobispo-presidente del consejo”,  capaz de arreglarlo  todo en diez minutos. Bienvenidas sea todas las propuestas, incluso las hechas en la barra del bar cofrade, si son  realizadas desde la prudencia y un profundo conocimiento de las hermandades, no  sólo los aspectos técnicos o instrumentales. Lo contrario, hablar por hablar,  tiene más peligro que un mono con pistolas.

Se podría oponer a este planteamiento que  en materia de hermandades esto no funciona, que ya está todo inventado y que lo que “siempre se ha hecho  así” no se debe tocar. No se trata de ser un iconoclasta. Hay que ser muy prudentes, eso exige formación y conocimientos; pero hay temas que se pueden estudiar, aunque sólo sea para concluir que se deben dejar como están:

  • ¿Hay una inflación  de actos litúrgicos o paralitúrgicos?
  • Asociado a lo anterior, ¿hay también un excesivo movimiento de representaciones en todo tipo de actos?
  • ¿Es necesaria una Junta de Gobierno de 15-20 miembros o se podría reducir sensiblemente ese número?
  • ¿Sería conveniente la  acreditación real de  una formación  previa para los miembros de JG?
  • ¿Es oportuna la creación de un sencillo repositorio digital en el que se publiquen artículos académicos rigurosos sobre derecho, economía,  religiosidad popular,  liturgia, antropología, teología moral, arte y cualquier otro tema relacionado en sentido amplio con la misión de las hermandades?
  • ¿Qué relación deben tener las hermandades con las ideologías, deben tratar de influir en la sociedad, tienen derecho a ello?
  • ¿Han de ir detrás o delante de la digitalización, el Big Data es una oportunidad o un peligro para las hermandades?

Ahí lo dejo. Ésta son algunas ideas que  quizá no haya que plantearse,  pero que nos ayudan a situarnos en otra dimensión, desde otra perspectiva,  “fuera de la caja”,  para analizar los problemas, para pensar.

 

 

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