COCINA TRADICIONAL

En algunos restaurantes se corre el peligro de pedir algo supuestamente nuevo, como el pescado de nuestras costas macerado con ajo, pimentón, comino, orégano y vinagre y pasado por la sartén,  y que nos traigan una ración de cazón en adobo. La verdad es que es que es lo mismo, sólo que en la primera versión lo rodeamos de un lenguaje pretendidamente culto que sólo sirve para confundir al cliente, induciéndole a tomar algo nuevo y exclusivo, aunque más caro.


Estas formas tan artificiosas del lenguaje se repiten en muchas ocasiones  en nuestra vida diaria: ahora hay que agendar,  poner en valor, empoderar, verbalizar, ser solidarios y por supuesto sostenibles, además de procurar la transversalidad.

¿Solamente una moda? Este nuevo lenguaje no es inocente. La alteración  de la unidad del vocabulario, creando una nueva realidad a partir del lenguaje, viene de largo, aunque ahora parezca acentuarse.  Cuando las palabras no tienen un contenido real, unívoco,  o cuando tal contenido se desconoce, los conceptos no llegan a significar nada; pero como al  hombre le resulta imposible pensar fuera del lenguaje, en  ausencia de un lenguaje de valores se elabora otro lenguaje alternativo que reduce la persona a pura construcción histórico-cultural-social.

Así por ejemplo el término familia ya no se  propone no como la unión de un hombre y una mujer, con vocación de permanencia, para criar y educar a sus hijos, hoy  significa cualquier agrupación que vive circunstancialmente bajo el mismo techo. Esa modificación del lenguaje supone en este caso una deconstrucción de la  familia de innegables consecuencias sociales.

Es importante recuperar un sistema común de referencias,  reconstruir el vocabulario necesario para que el proceso de comunicación cumpla su finalidad: la transmisión de verdades, algo  esencial en las hermandades que tienen como misión la transmisión de la Verdad.

Tenemos un ejemplo tan claro como actual: cada vez se habla más de la acción social de las hermandades y de la solidaridad de los hermanos; pero menos de Caridad. Tres conceptos distintos y complementarios, pero no intercambiables.

La Caridad es una virtud teologal, que son las infundidas por Dios en nuestra alma el día del bautismo (Fe, Esperanza y Caridad), aunque mantenerlas y crecer en ellas depende de nosotros mismos  y de la Hermandad. Es la virtud por la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos  por amor a Dios. Amar a Dios y a los demás en tanto son queridos por Dios. La Caridad sólo se entiende  partir de Dios, que es Amor.

La Solidaridad, por su parte, es una virtud humana, aquellas que adquirimos con nuestro esfuerzo y la gracia de Dios, para adecuar nuestro comportamiento al pleno desarrollo de nuestra condición humana. No es un sentimiento superficial, es la conciencia de estar vinculado a los demás a través de Dios y la decisión de actuar en coherencia con esa mutua vinculación.

La Acción Social la conforman el conjunto de  actividades  para la obtención y aplicación de los recursos materiales obtenidos a partir de la generosidad de los hermanos y colaboradores. La acción social no es un fin en sí misma, eso sería asistencia social o filantropía,  es la consecuencia del ejercicio de la Caridad por parte de los hermanos  y expresión de su Solidaridad.

Sin embargo ahora parece que lo único importante es la acción social, cuánto dedica a acciones sociales tal o cual hermandad. Esto se debe a dos razones: la primera esa corrupción del lenguaje que trata de reducir la misión de las hermandades a gestoras de proyectos sociales desvinculados de la Caridad.

La segunda que la Caridad y la solidaridad no son cuantificables, medibles, están en el alma de cada hermano, y la acción social sí.  Por supuesto que cada hermandad debe procurar los máximos recursos materiales para atender las necesidades de los más necesitados; pero lo que de verdad marca la excelencia de la hermandad es el fomento de la virtud Caridad infundida por Dios en cada hermano el día de su bautismo y que la Hermandad tiene la obligación de incrementar.  Una Caridad que tiene su causa  y su fin en Dios, que es amor.

¡Que la nueva cocina no nos haga perder el gusto por los sabores tradicionales y que la new age no oculte nuestra  dimensión trascendente!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *