UNA SEMANA SANTA DISTINTA

Todo el que tiene un cierto grado de exposición pública, por pequeño que éste sea, es prisionero de la hemeroteca, para bien o para mal. En la política nacional tenemos ejemplos clamorosos a diario.


En el mes de julio publiqué que la “Semana Santa que conocemos no va a existir. No va a ser igual. Las cofradías seguirán saliendo a la calle, pero el modelo va a variar”. Recibí entonces  comentarios poco amables de quienes se rebelan cuando la realidad no coincide con sus deseos; pero seis meses más tarde la situación es la que es. La realidad obliga nuevamente a una celebración de la Semana Santa distinta, con planteamientos que  corresponde llevar a cabo a cada hermandad y al Consejo.

Este imprevisto parón en una inercia de años, que daba por supuesto lo importante y  se centraba en lo anecdótico, obliga a frenar esa deriva  y replantearse  muchas cosas.  Alguien podría opinar  que una hermandad con los cultos suprimidos o restringidos, la salida procesional suspendida, sin actividades presenciales para los hermanos, la Casa de Hermandad cerrada y los ingresos dramáticamente reducidos, con las consecuencias que de aquí se derivan para la Caridad y el funcionamiento diario, es una hermandad sin presente y con un futuro incierto, especialmente las más vulnerables. Sin embargo para algunos la situación  se presenta no como un problema, sino como una oportunidad.

 Tras la experiencia del año pasado las hermandades ya están preparando distintas actividades para que los hermanos puedan vivir la celebración de la Semana Santa a través de su hermandad. Lo mismo ocurre con la actividad diaria, adaptada a la situación y con iniciativas realmente novedosas que estoy seguro permanecerán en el tiempo.

También el Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, que en definitiva es la agrupación de todas las hermandades de la ciudad, se está planteando qué hacer esos días. Según han avanzado a los medios  está en marcha el montaje de una ambiciosa exposición sobre la Historia de la Semana Santa de Sevilla; conciertos de bandas y de música sacra; ciclos de cine; exaltación de la saeta; mesas redondas sobre diferentes temas: arte, historia, sociología, caridad, economía,… Además del Via Crucis, que este año adquiere unas connotaciones especiales. También el recabar recursos económicos para las hermandades.

Se puede pensar que todas estas actividades son “para salir del paso” hasta que la situación vuelva a la normalidad; pero me reitero en la opinión de que la situación anterior a la pandemia, si vuelve, tardará  bastante y nunca será exactamente igual. Por eso las iniciativas  del Consejo, y la de las hermandades,  son algo más que un relleno para salvar una  situación temporal complicada y pueden tener una gran proyección de futuro. Obligado por las circunstancias el mundo cofrade está recuperando sus fundamentos. Podríamos decir que la deriva de las últimas décadas nos estaba arrastrando a un modelo de religiosidad en el que primaban las obras sobre la fe, con el consiguiente riesgo de deslizarse sutilmente a los planteamientos del siglo XVI a los que las hermandades se opusieron en la Contrarreforma.

Bienvenidas sean pues todas esas iniciativas que, en unos tiempos en los que las circunstancias obligan a la supresión temporal de actividades importantes, obligan a profundizar y fundamentar la misión de las hermandades. Volverán los buenos tiempos, claro que sí; pero, si aprovechamos los actuales, nos encontrarán más fuertes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *