AUTOCENSURA

Cuando alguien emite una opinión pública para valorar a otra persona o institución si su comentario es desfavorable se le considera un ‘crítico independiente’, más independiente cuanto más ácida sea su opinión; pero si la crítica es positiva siempre habrá  quien encienda la sospecha de que algo anda buscando ese ‘adulador’, o que ha sido  comprado con algún favor. Eso provoca una sutil autocensura a la hora de publicar opiniones, para que no le tachen a uno de servilismo.  


Pues hoy quiero hablar bien, desde la más absoluta independencia de criterio, de la institución que representa a las hermandades: el Consejo General de Hermandades y Cofradías, elegido por los hermanos mayores de las hermandades de la ciudad.

Han sido años complicados, muy complicados. Salvando el primer año, que tampoco resultó totalmente pacífico, el resto ha sido una carrera de obstáculos que han obligado a reinventar la institución y sus procedimientos.

Tras la suspensión de la Semana Santa de 2020 las hermandades, ajenas a presiones externas, acordaron en tiempo y forma la devolución del importe de los abonos a quienes lo solicitaran. Previamente se había elaborado un plan económico y financiero que contemplaba la devolución del 100% de los abonos y que el año 2021 tampoco hubiera ningún ingreso por ese concepto. Tuve ocasión de examinar a fondo ese plan, que podría ser utilizado como caso de estudio en cualquier escuela de negocios.

  El que no solicitara la devolución la totalidad de los abonados sino el 80% alivió las previsiones. Ahora quedaba por resolver el tema de los ingresos. Hasta 2020 la práctica totalidad de los ingresos del Consejo, el 91%, provenía de un solo concepto: las sillas. Este año, se han conseguido nuevas fuentes de ingresos, diversificadas, lo que unido al recorte de gastos ha generado un resultado de casi 500.000€ que ha redundado en beneficio de las hermandades. Todos estos datos no son información privilegiada, están sacados de las cuentas del Consejo.

Pero no todo son números, aunque éstos son imprescindibles para la supervivencia de la organización (ahora se dice ´sostenibilidad´). Más allá de los números, podemos identificar otras claves de la  gestión:

Incorporar a la organización talento joven, ´millennials’,  y darle la oportunidad de innovar.

-Enfrentarse a la crisis no en actitud defensiva, sino asumiendo responsabilidades, descubriendo nuevas oportunidades y reinventando la organización. Sin perder la coherencia, ni  desvirtuar las notas diferenciales, al contrario, aprovechando para reforzarlas  con visión estratégica, enfocados al  largo plazo.  

-No abandonar el día a día: seminarios de formación, caridad, publicaciones y servicios a las  hermandades han seguido funcionando con normalidad, incluso aumentando la oferta.

-Abiertos a la colaboración con la Iglesia, cofrades, empresarios, políticos, intelectuales y toda la sociedad civil.

-Conscientes de que gobernar es tomar decisiones coherentes y asumirlas. Conscientes también de que ceder, renunciar a las propias convicciones o disimularlas por debilidad, ahorrar críticas o conservar un  estatus, envilece  y conduce al cansancio, tristeza y mediocridad.

Todo este conjunto de decisiones y actitudes ha conformado lo que en términos académicos  suele llamarse  ‘un caso de éxito’ al que aún me atrevo a sugerir algunas líneas de desarrollo.

-Potenciar el afán evangelizador, razón de ser de las hermandades

-Profundizar en la fundamentación doctrinal, quizá con un repositorio digital de trabajos académicos rigurosos sobre teología, arte, economía cofrade, sociología, doctrina social,  etc. Hay por ahí mucho conocimiento disperso.

-Un decidido Plan de Comunicación Institucional, no sólo para dar a conocer las actividades, sino para identificar las notas diferenciales del Consejo y que éstas sean percibidas nítidamente por la sociedad.

-Seguir trabajando con humildad, que no es debilidad; serenidad, que no es indiferencia y fortaleza, que no es cabezonería.

Así es como  lo veo y lo comento, sin autocensuras.

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